El sufrimiento psíquico es uno de los dolores más difíciles de tolerar. Por lo ligado que se encuentra a las particularidades de cada persona y sus propias experiencias, supone un gran reto para los médicos encontrar el fármaco adecuado y la dosis correcta. Resulta complicado mitigar la angustia de determinadas situaciones y circunstancias vitales a base de pastillas. Sin embargo, los datos que reflejan el consumo de antidepresivos y ansiolíticos en nuestro país, y practicamente en el resto del mundo, crecen de manera exponencial. Buscamos consuelo en las farmacias. Y queremos una solución efectiva, rápida y, a ser posible, sin efectos secundarios. La pastilla mágica.
El sufrimiento es un desierto inhóspito y abrasador por el que nadie quiere pasar. Nunca se está preparado del todo para cruzar un territorio así. Si uno lo quiere hacer solo el riesgo es más alto, si se desestiman los peligros que esconde es más fácil que éstos te sorprendan y terminen pasando factura, si uno no descansa y mide bien sus fuerzas es probable que no consiga atravesarlo nunca y se convierta en un personaje más en ese desolador escenario.
Ante los desiertos que nos depara la vida, uno puede elegir embarcarse en la búsqueda y consumo de pastillas mágicas, que sería como intentar instalarse en un “pseudo-oasis”… pero viviendo aislado y rodeado de arena. O puede atreverse a iniciar la expedición de recorrer su extensión, estudiando las necesidades que requieren sus condiciones y planificando, en la medida de lo posible, cada jornada, orientándose con la guía de expertos conocedores del terreno y compartiendo el trayecto con los recursos y las personas que el mismo camino te va ofreciendo, y con aquellas que ya venían estando contigo y que quizá no pudiste descubrir hasta ahora. Cruzar el desierto siempre te encamina a una zona más fértil, donde poder sentir cada estímulo desde la percepción que te aporta la piel curtida al sol y disfrutar el devenir con la madurez de tu propia experiencia.
Tanto el sufrimiento como el desierto pueden formar parte de una misma oportunidad, para desarrollar el instinto de supervivencia y crecer, para generar nuevos recursos personales y fortalecerse a cada paso, para lograr ser, a pesar de las vicisitudes que entrañan.
Miguel Díaz-Alejo